LLEGANDO A CASA
No me había dado cuenta del ruido que hace la noche. Parece una pequeña filarmónica en proceso; algunas piezas afinan, y otras están cargadas de sonidos discontinuos, pero no desagradables, sino –más bien- connaturales. La vecina regañando a su hijo, el portero gritando con su camiseta azul, el perro de al lado ladrando, las bocinas de los carros colocados en fila, el viento silbando mientras intenta colarse por la ventana de la habitación, gotas de lluvia sobre el negro asfalto, y en el fondo, una voz que me anuncia que hemos llegado a la próxima parada. Llegué a mi casa
Comentarios
Publicar un comentario